La pregunta sobre cómo liberarnos del sufrimiento, y el anhelo de un mundo más justo y feliz son seguramente tan antiguos como el ser humano. Ellos hicieron del príncipe Sidharta, un Budha, de Moisés el líder que liberó a su pueblo, de Martin Luther King un pastor que dio su vida por la justicia,….. Cada ser humano se enfrenta antes o después a estas cuestiones y debe encontrar su propia respuesta. Nosotros nos las hemos formulado también con toda la honestidad y la fuerza de las que hemos sido capaces. ¿Qué podemos hacer desde nuestros propios condicionamientos y circunstancias, desde nuestra pequeñez y pobreza de recursos económicos y humanos? Nos ha sido imposible encontrar la respuesta sólo desde la reflexión. Hemos tenido que descubrir y cultivar un modo más global e intuitivo de escuchar la «voz» que, día a día, nos va indicando el camino.

Hemos ido conociendo así la serena y profunda satisfacción de reencontrar nuestra misión en esta vida: nuestra Fundación no es una ONG humanitaria, o para el desarrollo, los derechos humanos o la preservación del medio ambiente, sino cultural. Como pequeña fundación cultural en una civilización de tecnología e informática pretendemos sobre todo hacer una modesta aportación para una más amplia y profunda comprensión de la cultura como sabiduría y no simple conocimiento, como comprensión y no mera información, como empatía y no pura observación. Pero el mensaje que la Fundación pretende ofrecer está más en lo que ella es y hace, en su misma e íntegra vida, que en sus palabras y escritos. Por eso nuestras acciones solidarias pretenden, ante todo, ser en sí mismas un mensaje que ayude a despertar una nueva conciencia en nuestra sociedad. Esto no significa renunciar a que éstas sean realmente eficaces, sino simplemente incluir la eficacia en un todo más amplio sin absolutizarla. El actuar en conciencia o el compartir la suerte de los perdedores puede llegar a estar por encima de dicha eficacia.

Nuestro mundo está cada vez más enfermo de un individualismo que nos insensibiliza y deshumaniza, de un consumismo que esquilma los recursos de nuestra tierra, de un utilitarismo que deja en la cuneta a todo y todos los que ya no nos «sirven», de un racionalismo que reduce y empobrece toda la compleja y sagrada riqueza de la realidad. Pero hay otro modo de ser y estar en el mundo, de percibir el entorno y relacionarse con él. Sin renunciar a la capacidad de análisis, crítica y discriminación, es necesario recuperar la capacidad del niño, del «salvaje», del místico, de percibir directamente todo cuanto existe, sin tanta subjetividad como solemos proyectar en nuestras relaciones con los demás, e incluso con los objetos y acontecimientos. Es necesario recuperar la capacidad de asombrarse sintiendo cada cosa como real, nueva y maravillosa. Es necesario recuperar la capacidad de conmoverse con el gozo o el dolor del otro, viviéndolo como si fuese propio.

Mónica Naranjo – Avui vull agrair (subtitulado)
Il Divo – Hallelujah (Live In London 2011)