A finales de 1992, conmovidos profundamente por situaciones tan extremas como la que en esos momentos se vivía en Somalia y por la vergonzosa pasividad de la comunidad internacional, tomamos la decisión de constituir una Fundación con el objetivo de ayudar, aunque sea en la pequeña medida de nuestras posibilidades, a paliar tanto sufrimiento e intentar erradicar sus causas profundas. Se trata de una organización marcada en lo espiritual por un fuerte anhelo ecuménico y de encuentro interreligioso, y en lo social y político por la convicción de que es necesario y urgente que todos aunemos esfuerzos ante la magnitud y gravedad de estas tragedias.

A las puertas del tercer milenio el ser humano está conquistando el espacio y puede conocer al instante lo que sucede en cualquier punto de nuestro pequeño planeta. Y sin embargo, en un alarde de inconsciencia, somos capaces de convivir con el inmenso dolor de masas ingentes de hermanos nuestros, víctimas de la violencia, de la enfermedad y del hambre. Y somos capaces también de dañar irreversiblemente nuestro precioso planeta. Algo falla en nuestra especie. Conscientes de que no hay tiempo que perder en el intento de cambiar el curso de estos acontecimientos y de que todos podemos hacer algo más, por pequeño que sea nuestro aporte, decidimos constituir la Fundación.

La Fundación es una ONG no confesional que nace a finales de 1992. Pero tiene su origen en una pequeña comunidad católica, que existía hacía ya 24 años, en la finca de S´Olivar, en el precioso valle mallorquín de Estellencs, por lo que la Fundación hereda diversas características de ésta. Podemos citar algunas de ellas:

1. La centralidad de la contemplación y la plegaria en la vida de cada día: centralidad que tras un cuarto de siglo deja evidentemente una huella.

2. La pertenencia al movimiento de la no-violencia: Pretendemos formar parte de la tercera generación de este movimiento que iniciaron «soñadores» como Gandhi y Luther King y continuaron, en una segunda generación, Vinoba y Lanza del Vasto, entre otros. Fue precisamente éste último, el discípulo europeo de Gandhi, el que, hace casi tres décadas, nos abrió el camino de la no-violencia a algunos de nosotros y a algunos de nuestros amigos, entre los que se encuentra, por ejemplo, el premio Nobel de la paz Adolfo Pérez Esquivel.

3. La solidaridad con los más desheredados: los cuatro años durante los cuales algunos de nosotros, mucho antes de la constitución de la Fundación, vivimos con los indígenas quechuas en los Andes, fueron una de las concreciones de esa solidaridad.

4. La estimación profunda a todo cuanto existe y el respeto reverente a la hermana-madre tierra: no es casual el hecho de haber escogido el interior de la Serra de la Tramuntana como el propio hogar desde hace casi tres décadas.

Actualmente está formada por un grupo más amplio de amigos a los que cada vez nos resulta más intolerable tanto dolor absurdo como existe en nuestro mundo, tanta violencia de los poderosos hacia los más indefensos, tanta injusticia institucionalizada, tanta insolidaridad hacia los pueblos menos afortunados materialmente y hacia tantos excluidos en nuestra acomodada sociedad, tanta crueldad hacia los animales, tanta destrucción medioambiental. Sabemos que, sin embargo, es posible un mundo mejor, que la misericordia y la verdad son más poderosas que el odio y la mentira, que el tiempo siempre hace justicia, que los poderosos de este mundo son vulnerables, que muchas utopías se han realizado a lo largo de la historia, que nada ni nadie está irremediablemente perdido, que en cualquier momento puede sorprendernos el milagro de una reconciliación que ya no creíamos posible. Por eso hemos tomado la decisión de dedicar nuestros mejores esfuerzos a esta tarea a pesar de nuestra pequeñez e incluso de nuestras propias limitaciones y contradicciones.

Horacio Guarany – Si se calla el cantor